Ante todo, recordaremos que en la heterogenia población caballar
inglesa, existió notable intervención de la Raza Germánica a contar desde las primeras centurias de nuestra
era. Mas tarde, esta raza fue motivo de protección directa por Athelstan,
debido a su superioridad sobre los otros tipos existentes en el Reino.
Se sabe, por otra parte, que desde principios del siglo X
hasta los primeros años del XII, bajo los reinados de Athelstan, W Rufus,
etc., entraron a Gran Bretaña numerosas partidas de caballos españoles que se
mezclaron con aquella población y sirvieron también para la creación de un centro proveedor de caballos ligeros.
Debemos admitir que, prescindiendo de las dudas históricas que
aceptan o niegan los hechos, según los autores, -nosotros estamos obligados a
admitir la intervención del caballo germánico en el origen del Pura Sangre de
Carrera; pues, como veremos más adelante, los caracteres étnicos del germánico,
en clara contradicción con aquellos del tipo puro asiático y, en cierto límite,
con aquellos del tipo africano- de cuando en cuando se dejan ver en la producción
general del Pura Sangre.
A medida que se remonta en las generaciones y en la historia
del caballo de carrera, puede apreciarse con mayor claridad la intervención a
que nos referimos. La talla descomunal de muchos ejemplares de la antigüedad,
su corpulencia extraordinaria, la macicez de los huesos, el perfil curvo de su
cabeza, etc., son, en su mayoría, rasgos inequívocos del caballo germánico. El
poderoso Catton (imagen)
, el huesudo y
convexo Stockwell, los gigantescos King Fergus, Humphrey Clinker, Minting,
etc., etc., sin contar el total del elevage de Lord Glasgow que es fama, cultivaba de preferencia individuos
hipermétricos, son ejemplos suficientes que comprueban el ancestralismo
germánico. Siendo este fenómeno una afirmación de orden especifico tiene, científicamente,
mucho mayor valor comprobatorio que algunas aseveraciones dudosas de una
historia remota y mal documentada.
COMENTARIO PERSONAL:
Swynford. Era 4 x 5
Stockwell. Y según George Lambton, el entrenador de Lord Derby fue el mejor que
entrenó, no llegándole a conocer todo lo que podía dar, algo que si conocía de
Hyperion por ejemplo. Era calificado como un caballo "áspero (rough)” en
inglés.