El padrillo elegido por Juan Carlos Bagó da que hablar con
su promisoria primera generación en la Argentina Juan Carlos Bagó siempre
bromea cuando se le recuerda el momento en que decidió comprar a Seattle Fitz
en los Estados Unidos para sumarlo al grupo de padrillos del Haras Firmanento.
“Fue el capricho del viejo”, suele decir entre sonrisas el reconocido
farmacéutico, aunque, a la luz de los resultados que vienen obteniendo sus
primeros hijos en las pistas argentinas, la historia se aproxima más a la de
una corazonada (también suele contar que lo eligió con el corazón) acertada de
un hombre exitoso.
Nunca llegó a correr en la Argentina el zaino negro que
impresionaba de mañana bajo la preparación de Jorge Mayansky Neer. Pero Bagó y
todo el equipo de su cabaña sabían perfectamente de sus cualidades. Carlos
Ezcurra lo adquirió para ser rematado luego en Dubai, y allí comenzaría su
campaña, destacándose, claro.
Ganó debutando en Nad Al Sheba, y luego repitió, abordando
invicto el UAE Derby (G2) de 2002, donde terminaría sexto. Enviado a los
Estados Unidos, y con los colores del West Point Thoroughbreds, le costaría un
poco entrar en clima, pero cuando lo consiguió fue para sobresalir. Su primer
gran triunfo llegaría en el Aqueduct Handicap (G3), para luego sumar el William
Donald Schaefer Handicap (G3) y el histórico Brooklyn Handicap (G2). Entre
medio, quedó segundo del mismísimo Medaglia D’Oro (El Prado) en el Donn
Handicap (G1), por delante del Derby Winner Funny Cide (Distorted Humor), entre
variados arrimes en carreras de peso.
Kiaran McLaughlin, su entrenador en el Norte y el mismo que
poco después guiaría la campaña de un tal Invasor (Candy Stripes), nunca dudó
en calificarlo como uno de los caballos más versátiles y profesionales que tuvo
a su cargo.
Bagó siempre deseó encontrar continuidad a la línea paterna
de Fitzcarraldo, el mejor padrillo en la historia de Firmamento, un emblema en
Sierra de los Padres. De allí que haya apoyado a caballos buenos como Llers
Fitz, Dalí Fitz o Casals Fitz como parte de las pruebas piloto. Para el
criador, Seattle Fitz era prácticamente la última bala importante... Fue el
famoso tiro del final.
Toma la palabra Enrique Delger, uno de los hombres de peso y
opinión en el interior de la gaviota: “Fue una idea exclusiva de Juan Carlos,
que quería darle oportunidades a un caballo nacional de gran campaña, una
conformación excelente y con un pedigree notable, en una madre Seattle Slew
como Hug a Slew que funcionó muy bien en el haras, y en la familia 13-c, la
misma de Mr. Prospector y del propio Seattle Slew. En los Estados Unidos
recibió malos libros de yeguas, pero las mejoraba mucho y eso hacía que hubiera
buenas perspectivas de encontrar un caballo generoso ofreciéndole vientres de
calidad”.
Seattle Fitz volvió a la Argentina en 2009. Delger
agrega: “Sirvió libros medianos en sus 4 primeras temporadas, pero con buena
carga genética y un alto porcentaje de madres clásicas; tuvo entre 61 y 74
crías por generación”.
Las razones que empujaron a que Firmamento confiara en Seattle
Fitz encuentran ahora un correlato en la pista, con el reproductor ya
establecido como uno de los freshman sire que brillan en la temporada de la
mano del G1 Seattle Mat, del reciente vencedor del Martínez (G2), Seattle
States, del también ganador clásico Ver Seattle y de otros hijos prometedores
como Seattle Twins, Seattle End, Seattle Dette y Dinamic Seattle, entre otros,
con productos ganadores en Perú, también.
Las estadísticas iniciales de Seattle Fitz son muy
interesantes, pues, al 21 de septiembre último -considerando San Isidro,
Palermo, La Plata y San Luis-, son 30 sus hijos que corrieron y 8 los que ya
consiguieron ganar un total de 11 competencias, tres de ellos en el plano
clásico.
De tal palo...
Fitzcarraldo fue un caballo cuyos potrillos y potrancas
alcanzaban el tope de rendimiento de tres años en adelante, más allá de que en
su generosa progenie haya muchos nombres de destaque precoz; Seattle Fitz
repite esa tendencia. “Conocíamos de memoria de esa condición de los
Fitzcarraldo, y hasta el propietario del caballo en Estados Unidos nos sugirió
no apurar a sus hijos, que tenían motor. Pero allá los exigieron demasiado
temprano. Aquí los reportes en los primeros meses del año decían mayormente que
los Seattle Fitz servían, pero que tenían que madurar y, por sobre todo, que
mostraban un muy buen temperamento”.
En el Norte, Seattle Fitz es padre de 80 ganadores, cuatro
de ellos en el plano black-type: Bet Seattle, Holly’s Way, Fitz Just Right y
Flirty Fitz.
En un año en que varios padrillos nuevos ofrecen muestras
para la ilusión (allí están también Emperor Richard, Asiatic Boy, etc.),
Seattle Fitz está entre los primeros de esa nómina y, lo que es mejor, todo
indica que lo brillante de su parte aún está por venir. “En esta etapa es
cuando la lógica dice que las crías del caballo comenzarán a crecer, a
desarrollarse y a mejorar, y esperamos que el fuerte esté entre los 1400 y los
2000 metros, pero con capacidad de llegar más arriba en la distancia, como
pasaba con su padre”, suma Delger, conocedor como poco puertas adentro de las
cualidades de las crías del padrillo que da que hablar y del propio
Fitzcarraldo.
Mucho se espera de aquí para adelante de Seattle Fitz y sus
crías, pues en Firmamento recibirá en 2014 un mayor número de yeguas madres en
su libro. “Su temprano y promisorio comienzo, sumado a lo correcto que produce
y a lo mucho que mejora a las yeguas chicas hicieron que esta temporada se
cumpla con un plan de presentarle 120 vientres, el noventa por ciento de ellas
propias y de calidad”, agrega Delger.
La confianza es grande en Firmamento para con su padrillo
revelación, por estos días, compartiendo cartel con Van Nistelrooy (Storm Cat).
Juan Carlos Bagó y su gente decidieron apoyarlo más que nunca, por lo que entre
las 95 reproductoras fatto in casa que esperan su cita hay 16 productoras
clásicas y otras doce ganadoras de grupo (ver recuadro).
“El capricho del viejo” es hoy un feliz acierto. Al fin, en
mucho, el turf se trata de seguir los pálpitos, un poco intuición y jugársela.
Ni más ni menos...
Diego H. Mitagstein