En todo deporte moderno hay ciertas competencias
que hacen la diferencia entre ganar, o pasar a la historia. En el primer
caso, hay excelencia y mérito individual. En el segundo, hay gloria.
El turf no es diferente de cualquier otro
deporte. Como tal, distingue con claridad las dos categorías de ganador. En otras
palabras, separa lo que es realmente importante para el proceso de más de tres
siglos de selección del thoroughbred.
De Darley Arabian a Eclipse; de Eclipse a Saint
Simon; de Saint Simon a Nearco, responsable por más del 50% de los ganadores
clásicos de nuestros días (y si sumamos Native Dancer a Nearco, ese porcentaje
se aproxima al 90%). No causa asombro, pues, que el “pool” genético del pura-sangre
de carrera tienda a estrecharse cada vez más. Y, al estrecharse, torna la confrontación
más difícil a partir de cierto nivel, donde el suceso depende de detalles de
los más ínfimos, cuando no de los avatares de la suerte.
Mas, tal vez, sea esta la suprema belleza del
moderno caballo de carrera. Habrá de tener que batir – y superar los propios límites
– en un universo extremamente equilibrado y competitivo, donde los métodos de
cría dieron saltos de calidad, entonces impensables en la aurora de la raza. Donde
ganar una eliminatoria ya hace la felicidad de cualquier propietario.
Entre tanto, hay pruebas en el mundo afuera que
consagran las diferencias entre lo que es simplemente bueno, de lo que es
único. Ganar tales pruebas abre las puertas de la inmortalidad para
determinados caballos. Con el inevitable bonus de su valorización económica.
Y es en torno de esos duros test que hoy gira la
élite del turf y los más de 280.000 potros nacidos todos los años en los dos
hemisferios del planeta. Solamente el hecho de poder desfilar en los espléndidos
paddocks y alinear en los boxes de largada
de tales carreras, ya habla bien de los méritos de cualquier caballo. Vencerlas
significa días de paraíso para criadores, propietarios y los profesionales a
ellos ligados.
Las 15 mayores
Hay una forma de saber cuan realmente importante es un Grupo 1 en el turf internacional moderno. Más aún, ¿cómo él se compara con los otros 463 hoy existentes? La respuesta es simple: un Grupo 1, cualquiera que sea, es tan importante como la calidad de los animales que lo disputan. Punto Y quien informa quien es quien en materia de calidad, es la media de los “ratings” (expresados en libras-peso) de los cuatro primeros colocados en cada una de sus ediciones, en un período de tres años. Eso significa decir que quien establece el “ranking” de los Grupos I internacionales, y los torna menos o más importantes, no es apenas el valor de los premios que distribuyen (que, en algunos casos, pode ser estratosférico). Tampoco, es la ubicación o la distancia en que ellos son disputados. Con base en este parámetro, he aquí las quince pruebas de Grupo I más significativas del mundo del turf en este inicio de siglo XXI, por nombre, distancia, pista, hipódromo, y la media de los “ratings” de sus cuatro primeros colocados (tomándose por base el período 2009-2011). Conforme sigue:
Las 15 mayores
Arc du Triomphe – 2.400 m – césped – Longchamp – 126.42
Breeders’ Cup Classic – 2.000 m – arena – Varios – 124.58
Queen Elizabeth II – 1.600 m – césped – Ascot – 123.33
Breeders’ Cup Mile – 1.600 m – césped – Varios – 123.00
Sussex Stakes – 1.600 m – césped – Goodwood – 123.00
Jacques Le Marois – 1.600 m – césped – Deauville – 122.75
Champion Stakes – 2.000 m – césped – Newmarket – 122.58
Derby Stakes – 2.400 m – césped – Epsom – 122.42
Eclipse Stakes – 2.000 m – césped – Sandown – 122.42
Irish Champion – 2.000 m – césped - Leopardstown – 122.42
Prix de La Forêt – 1.400 m – césped – Longchamp
– 121.92
King George – 2.400 m – césped – Ascot – 121.92
Prince of Wales Stakes – 2.000 m – césped – Ascot – 121.67
St. James Palace Stakes – 1.600 m – césped – Ascot – 121.50
Breeders’ Cup Turf – 2.400 m – césped – Varios – 121.42
Fuente: Group/Graded GI Races – 21th May 2012 –
Federación Internacional de las Autoridades Hípicas (FIAH).
Algunas observaciones
- La primera de ellas, es que no hay ninguna
prueba de Grupo I, sea en el continente sudamericano, sea en el asiático, sea
en Oceanía, entre las 15 primeras. Y ahí, léase, entre otros, los turfes de
Japón, Hong Kong (China), Australia, e Nueva Zelandia.
La prueba asiática de mejor “ranking” es la Japan
Cup, disputada en 2.400 metros, césped, en Tokio, cuyo “rating” es de 121.33
(lo que la colocaría como la 17ª más importante del mundo). De la misma
forma, la prueba australiana mejor colocada es el Cox Plate, disputado en
2.040 metros, césped, en Mooner Valle, rating de 118.50.
Apenas como ilustración, el mejor Grupo I del
continente sudamericano aún es el GP Internacional Carlos Pellegrini, 2.400
metros, San Isidro, Argentina, “rating” de 115.33 libras-peso. Le
sigue el GP Brasil, corrido en 2.400 metros, césped, Gávea, con 113.17.
- La segunda observación, es la de que cuatro
turfes dominar el conjunto de pruebas arriba citado: el inglés (con nada
menos que ocho Grupos I entre los mayores); el francés (con tres); el turf
americano (con tres); y el irlandés (con uno). Eso sigue, de un lado, la misma
estructura del mercado internacional del pura-sangre de carrera. De otro,
indica que aquellos que desean ver de cerca, y en vivo, los caballos de élite
de nuestro tiempo tienen que estar, prioritariamente, en Europa.
En sus pistas e hipódromos es que se presenta la mayoría
de los craques y supercraques del mundo. No hay nada de nuevo en esta
constatación. Al final, fueron los ingleses que inventaron la raza y difundieron
este deporte.
- La tercera observación tiene que ver con el
formato y la dificultad de ciertas pistas, principalmente en Europa.
Longchamp, con sus repechos y bajadas, cerca por
la derecha, recta opuesta en subida, el largo tobogán de la gran curva, más la
llamada “falsa recta”, exige todo, o casi todo, de caballos y jockeys. No es
por otra razón que la mayor prueba del turf francés, el Prix de l’Arc du
Triomphe – una especie de campeonato mundial del pura-sangre –, es también la
primera de la lista de las quince mayores.
Tal vez a mejor descripción de Longchamp haya
sido dada por el legendario Vincent O’Brien, entrenador de Nijinsky, cuando su
derrota para Sassafras en el Arco de Triunfo de 1970: “Longchamp es una
pista muy difícill...”
Lo que el probablemente quiso decir fue que
Longchamp no admite errores. Pero lo mismo ocurre con Epsom y Ascot.
Epsom, cuyo trazado data de 1872, es de las más
difíciles pistas del mundo. En verdad, dificilísima, en la medida en que el
trazado cambia repentinamente de dirección luego de la partida; quien larga
por dentro, y no consigue salir de allá, acaba recorriendo un camino necesariamente
más largo en los primeros 1.600 metros de la milla y media del Derby. Además
de que, los primeros 400 metros son tomados en acentuado repecho. En una prueba
invariablemente disputada en ritmo acelerado, como el Derby, se puede acabar
con las chances de un caballo al pedirle demás cuesta arriba.
Luego del “aperitivo” de este tramo inicial, en cierto
momento la pista comienza a descender, y hay siempre la tentación del jockey
de dejar a su animal galopar más libremente, olvidándose de los 200 metros
finales, corridos nuevamente, en acentuada cuesta (o sea, ladera arriba). Mantener un caballo
totalmente apoyado y equilibrado en Epsom, haciéndolo negociar bien todas las
peculiaridades del terreno, es una ardua tarea, no apenas para su jockey,
como para el animal en sí mismo.
En Ascot, nuevamente subidas y bajadas se
alternan con imperturbable regularidad. Para John Hilo, “Ascot es un circuito durísimo, principalmente cuando la
pista está pesada”, o que, además, no constituye novedad en
Inglaterra.
Ganar Grupos I en pistas construidas de esta
forma – generalmente en compañía de la elite de la raza – parece justificar la
cantidad de las pruebas inglesas y francesas existentes entre las quince mayores
del turf.
Para ganar allá
Ningún caballo brasilero jamás venció una prueba
de Grupo en Europa. Mucho menos de Grupo I. Algunos intentaron, otros llegaron
cerca. Y quien llegó más cerca hasta hoy, fue el excelente Hard Buck (segundo
en el famosísimo King George and Queen Elizabeth Stakes, uno de los Grupos I
arriba citados). Fue lo mejor que conseguimos hacer en cerca de cien años de
cría.
Mas el día llegará, en que vamos a vencer allá también,
Cuestión de tiempo, de entrenamiento, y, principalmente, de adaptación de
nuestros animales al “ambiente” europeo. Mismo porque, aunque óptimo, Brasil
ya crió caballos iguales, o mejores, que Hard Buck. Nada impide pues, que eso
venga a suceder un día.
El ejemplo a ser seguido parece ser el del turf de
Japón, que, poco a poco, va aprendiendo como, y de qué forma, tiene que que
prepararse un caballo para competir en Europa.
En los últimos años, animales japoneses estuvieron
cerca, muy cerca, de hacer tocar el himno de su país en el primer domingo de
octubre en Longchamp. Ya golpearon las puertas cuatro veces. Y, por muy poco,
no ocurrió en el 2012 con el alazán Orfevre. Pero acabará aconteciendo un
día. Es inevitable. Como ha ocurrido con los alemanes (dos veces) y con los
italianos.
Para eso, mientras tanto, parece fundamental que los
caballos brasileros que pretendan la gloria de levantar un Grupo I de esta
magnitud, les sea dada la chance de adaptarse
mejor al ambiente local, que, sin duda, es bien diferente al nuestro. Para
ganar en Longchamp, además de otro tipo de entrenamiento, es preciso haber
sido testado contra los mejores y tener, en las patas y el corazón, la milla y
media del Prix de l’Arc.
Para nosotros, entretanto, esa carrera ya comenzó.
Hoy, caballos criados en Brasil ganan en los EUA; ganan en Dubai (por ejemplo
la prueba más importante del turf local); ganan en Argentina (ídem); ganan en
África del Sur; ganan en Singapur; ganan mucho, cada vez más, en Uruguay. Y
son plenamente capaces de ganar en cualquier país donde haya un turf desarrollado
y organizado.
No importa que el turf brasilero (y en él las
sociedades promotoras de carreras) todavía se debata en un mar de problemas, el
hecho es que la cría de caballos de carreras en Brasil existe. En los últimos
años, venimos exportando con regularidad caballos de carrera para un
sinnúmero de países y regiones, inclusive del hemisferio norte, y la balanza
comercial al respecto nos es enteramente favorable.
Algún día llegará en que un caballo nacido y
criado en Brasil va a contribuir para la media de los “ratings” de las quince
pruebas de Grupo I encima mencionadas. No hay ninguna duda en cuanto a eso.
PS: Para quien estuviese
interesado en convertir libras-peso en quilos, es solamente multiplicar
libras-peso por 0,4536 gramos (aproximadamente). Ejemplo: 100.00
libras-peso x 0.4536 gramos = 45,36 quilos.
Agradezco al amigo Sergio Barcellos que me autorizó la transcripción de su interesante artículo, publicado en el sitio Raia Leve - Brasil. |
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